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La Escuela de Gobierno (EdeG) de la Universidad de la República ha sido protagonista de una transformación profunda en los últimos años. Luego de su creación a partir de la confluencia de varias unidades de formación, no solo ha cambiado su estructura y procesos internos, sino que ha ampliado su impacto, al ampliar su oferta formativa en diversas áreas y abarcar nuevos públicos que no se restringen solo al funcionariado técnico, administrativo y de servicio (TAS), sino que incluye a docentes, estudiantes y egresados que actúan en órganos de cogobierno. El cambio ha implicado una redefinición de objetivos, procedimientos, sistemas y alcance.

Desde sus roles en el área administrativa, Ana Martín y Cecilia Querejeta estuvieron presentes en ese proceso, y vieron las múltiples aristas de una transición que modificó desde la inscripción a los cursos hasta la emisión de escolaridades y la administración de programas como el de Culminación de Estudios Secundarios, que permite a funcionarias y funcionarios universitarios culminar la educación secundaria.
Del papel a lo digital

Uno de los principales hitos de este proceso ha sido la digitalización de los certificados de los cursos. “En cada curso tenías un certificado en papel. En 2020 se implantó la posibilidad de hacer certificados digitales con firma digital avanzada”, cuenta Ana Martín. Este primer cambio implicó que ya no fuera necesario imprimir y firmar cientos de certificados a mano, sino que facilitó enormemente el acceso por parte de las y los usuarios.

No obstante, a partir de 2024 se implementó el Sistema de Bedelías de EdeG, que mejoró la autogestión en la inscripción de cursos por parte de las y los destinatarios.  “Ahora cada usuario puede descargar la escolaridad las veces que quiera como cualquier estudiante universitario”, destaca. Asimismo, su implementación permitió que la información se centralizara en una base de datos accesible tanto para el estudiantado como para la administración. “Antes, si alguien perdía un certificado, había que volver a emitirlo. Hoy el usuario accede a través del sistema”, cuenta Martín.

Pero la innovación más importante tal vez haya sido la incorporación de créditos académicos a los cursos. “Antes, los cursos solo sumaban horas. Ahora tienen créditos universitarios, lo que impacta positivamente en el estudiante al momento de presentarse a un concurso o pedir una reválida”, explica.

Para Cecilia Querejeta, directora de la División Administrativa, esto marca una revalorización fundamental: “Es una valorización real de los cursos. Antes parecían de menor nivel solo porque no se valoraban desde el punto de vista crediticio”, dijo, y agregó que la implementación del sistema de créditos es gracias a la EdeG.


Mayor acceso, mayor impacto

Los cambios también se reflejaron en la composición de las y los destinatarios. Con la apertura de los cursos a toda la comunidad universitaria y la posibilidad de sumar créditos, la inscripción de estudiantes universitarios se incrementó visiblemente. “Se impulsó mucho con los créditos, porque los estudiantes se dieron cuenta de que les servía esto y que podían aprovecharlo”, explica Querejeta.

Un caso que implicó un fuerte impulso fue el de los cursos de género dictados por la Comisión Abierta de Equidad de Género (CAEG). “Hubo un impacto muy grande en los últimos meses porque se solicitó que estudiantes que fueran a egresar de maestrías o doctorados tuvieran alguna formación en género. Entonces muchos comenzaron a inscribirse en nuestros módulos”, relató Martín. La CAEG, en conjunto a la EdeG, ofrece una alternativa accesible y validada académicamente, lo que motivó un incremento abrupto en la demanda. Por ejemplo, la Licenciatura en Diseño y Comunicación Visual aprobó la acreditación del Ciclo Modular como parte de la oferta opcional de la carrera.

Para Querejeta, este tipo de iniciativas se enmarcan dentro de los fines de la Universidad. “La Udelar quiere tener un impacto social. Que los cursos de género se amplíen y se hagan necesarios en todas las carreras es un aporte real a la sociedad uruguaya, más en este momento”, afirmó.

Si bien la cara visible de la Escuela de Gobierno es su oferta de cursos, detrás existe una estructura administrativa que permite que todo funcione. “La unidad administrativa tiene dos partes: la gestión y la Bedelía. Cuando nos mudamos, esas dos áreas se fusionaron y yo quedé a cargo de ambas”, detalló Martín.

Entre las tareas menos visibles pero fundamentales están el pago a docentes, la gestión de expedientes, las contrataciones externas y apoyo administrativo a la Comisión Central de la EdeG. “El grueso del trabajo lo lleva la Bedelía. Desde que recibimos la grilla de cursos, la procesamos, cargamos al sistema, hacemos las fichas para su publicación, verificamos los requisitos, autorizamos y armamos las listas”, describió.

Todo este proceso, aunque digitalizado, implica una atención manual y minuciosa. “Se arma una planilla y se revisa manualmente si cada postulante cumple con los requisitos, si pertenece al público objetivo del curso. Luego, el sistema notifica automáticamente y se coordina con los docentes”, agrega. La Bedelía lleva un proceso en cuatro pasos: la producción del curso, el procesamiento de las inscripciones, el armado de las calificaciones, y su posterior ingreso en la escolaridad.

Las calificaciones también se manejan digitalmente, pero con validación física. “El acta tiene que estar en papel y firmada por el docente, aunque tengamos firma digital avanzada. Es uno de los pocos documentos que todavía se conserva en papel”, aclaró Querejeta.

 

Oportunidades con el PROCES

La EdeG realiza un aporte fundamental al Programa de Culminación de Estudios Secundarios (PROCES), si bien su inicio se dio previo a la creación de la EdeG. El programa permite a funcionarios universitarios finalizar la educación media. Su reciente traslado al Hospital de Clínicas significó un antes y un después. “El 80% de quienes necesitan cursar el PROCES trabajan en el Clínicas. Cuando lo mudamos ahí, se revitalizó completamente”, afirmó Martín.

“Participar en el PROCES es maravilloso. Hay personas que terminan secundaria y después siguen carreras universitarias. Es un punto de inflexión en sus vidas”, aseguró Querejeta.

 

Hacia un nuevo reglamento

Uno de los próximos pasos será la implementación de un nuevo reglamento de actividades de formación. “Queremos nivelar con el resto de la Universidad. Hoy en día, alguien puede inscribirse a cursos pero en caso de no presentarse, puede implicar que otra persona pierda la posibilidad de realizarlo”, explica Querejeta. El objetivo es establecer reglas claras para promover el compromiso con los cursos y evitar el abandono injustificado.

Además, el crecimiento de la Escuela plantea nuevos desafíos, como la incorporación de cursos de educación permanente, la proyección de convenios, lo que aumenta el volumen de trabajo y diversifica las tareas del equipo. “Hay un crecimiento real que exige adaptaciones constantes”, concluyó Querejeta.

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