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En el marco de las acciones desarrolladas por el Grupo de Trabajo en Gestión de Campus de la Universidad de la República (Udelar), coordinado por el Prorrectorado de Gestión, el 9 de junio se realizó de forma virtual, la Jornada Temática «Universidad y Territorios I: sobre las articulaciones interinstitucionales y el desarrollo» del que participaron referentes universitarios e institucionales para compartir las experiencias de campus de las sedes de la Udelar en el interior.

Mariana Leoni, del Prorrectorado de Gestión, explicó que desde setiembre de 2020 el grupo de trabajo de Gestión de Campus se está ocupando de generar algunas orientaciones estratégicas sobre este aspecto en la Udelar y así poder avanzar en articulaciones y convergencias que mejoren la gestión universitaria. En el marco de este proceso, el grupo  ha identificado la necesidad de ampliar el intercambio y avanzar en la participación del diseño de los planes y es por eso que ha propuesto realizar estas jornadas. En este primer encuentro «nos propusimos pensar sobre las articulaciones interinstitucionales y cómo esto habilita a mejores prácticas para el desarrollo», indicó. Asimismo, comentó que el grupo de trabajo ha pensado en la gestión de campus abierto, es decir cómo la Udelar se ubica en los espacios y de esta manera pensar la relación de la Universidad con sus entornos y con otros actores. Planteó que la jornada serviría para conocer experiencias que tienen una larga historia y también las condiciones de posibilidad para avanzar en este sentido, adelantó. 

 

Experiencias de gestión de campus en clave regional

Maria Inglod, directora de la sede Rio Negro del Centro Universitario Regional (Cenur) Litoral Norte, y Daniel Cal, director de la sede Tacuarembó del Cenur Noreste, abordaron las articulaciones interinstitucionales en espacios compartidos refiriendose a las experiencias en el intrerior del país. Compartieron el resultado de un trabajo de varios actores universitarios de los Cenur Noreste, Litoral Norte y del Este, y de la Comisión Coordinadora del Interior (CCI) que integran el grupo de trabajo Gestión de Campus. 

Ingold explicó que el grupo tiene como objetivo pensar la relación de la Universidad con los territorios, «porque hay particularidades y diversidades en todo el interior y a veces se piensa al interior como algo homogéneo, pero es importante pensar la diversidad y sus múltiples dimensiones». También es importante considerar las experiencias de campus interinstitucionales como casos que ayuden a pensar acciones que favorezcan la articulación de singularidades y aprender de esas experiencias y vínculos.  

Cal realizó una breve reseña histórica del desarrollo de la Universidad en el interior y señaló que estos campus en el interior son el resultado de una historia que va desde la creación de las Estaciones Experimentales de la Facultad de Agronomía en el 1912, la creación de la Regional Norte en 1957, los procesos de sedes que se realizaron en Paysandú (1969), Tacuarembó (1986), Rivera (1988) hasta la política de descentralización sistemática y planificada de mediados de la década del 2000 con la creación de la CCI en 2007 que propuso «pensar la Universidad en el interior con un enfoque de regionalización». En este sentido, se refirió a algunas estrategias como la creación de los Programas Regionales de Enseñanza Terciaria (PRET), la incrementación, diversificación e intensificación de la oferta académica, las carreras específicas en las regiones, así como las estrategias de radicación de docentes que permitiera llevar adelante distintas líneas de investigación, así como también extender la oferta de extensión y generar actividades culturales a nivel local, y de esta manera crear una nueva institucionalidad regional: los Centros Universitarios Regionales (Cenur). Esta construcción institucional tiene la particularidad de que en todos los Cenur se instalaron propuestas de campus: en la sede Treinta y Tres (CURE), en las sedes de Tacuarembó y Rivera (Cenur Noreste), en la Estación Experimental Mario Casinoni (EEMAC) en Paysandú y la sede Río Negro (Cenur Litoral Norte). 

En el caso del Campus de Tacuarembó, la sede de la Udelar comparte espacio con Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), el Plan Agropecuario, el Secretariado Uruguayo de la Lana (SUL) y la División de Laboratorios Veterinarios (DILAVE). Mientras que el Campus de Rivera, además de la sede de Udelar, lo integran la Universidad Tecnológica del Uruguay (UTEC), el Polo Tecnológico de UTU y el Centro Regional de Profesores (CERP) del Norte. En tanto, el campus de Treinta y Tres lo conforman la sede de Udelar, INIA, SUL, el Plan Agropecuario, MGAP y el Instituto Nacional de Semillas (INASE). 

El de Paysandú, tiene la particularidad de que la interinstitucionalidad se da por diferentes servicios de la Udelar como las Facultades de Agronomía, Veterinaria, Química, Ingeniería y Ciencias y la sede de Paysandú del Cenur Litoral Norte y se agrega el Instituto Técnico Superior de la ANEP como parte del desarrollo de los servicios como Polos de Educación Superior. Por último, el de Río Negro no es un campus sino que en el sitio Paisaje Patrimonial Fray Bentos, además de la sede de la Udelar, están instaladas la Intendencia de Departamental de Río Negro, UTEC, UTU, CAIF, LATU, una policlínica, así como algunos emprendimientos y organizaciones sociales. 

Cal explicó que esta construcción se genera a partir del diálogo de la Universidad con los territorios en cada uno de los lugares y allí se originan diversas dinámicas y niveles de articulación, algunos relacionados con vínculos previos que ya existían y otros que se construyeron para generar procesos de innovación, enseñanza e investigación en predios compartidos, lo que da lugar a otros modos de cooperación que trascienden el compartir espacios. En este sentido, remarcó que uno de los desafíos en los campus fue «generar otras posibilidades en términos de proyectos compartidos y capacidades puestas en común en estos espacios físicos», y también «generar actividades más allá de lo que cada uno hacía».

Al respecto Ingold comentó sobre algunos factores que inciden en el desarrollo de estas experiencias como el tiempo de coexistencia, la fluidez del diálogo, las sinergias alcanzadas y los recursos disponibles que son diferentes en cada caso. Esto ha dado lugar a distintos ritmos de integración de diversos actores a diferentes ritmos de desarrollo, también hay una diversidad en los modelos de gobernanza y eso es parte del aprendizaje.

Con respecto a cómo construir lógicas de funcionamiento virtuosas para estos arreglos institucionales, el director de la sede Tacuarembó de Udelar subrayó que «estas experiencias ya han generado logros», agregó que «se generan lógicas de ganar-ganar por lo que las instituciones que participamos creemos que es mejor esta forma de trabajo de construcción conjunta». Entiende que en esta construcción conjunta se generan fortalezas y oportunidades al interior de los campus como el vínculo generado entre los investigadores, docentes y estudiantes que posibilitan potenciar las actividades de enseñanza, investigación y extensión, la interdisciplina y la interacción de las diferentes áreas del conocimiento, así como fomentar la navegabilidad de los estudiantes por las diferentes propuestas, entre otros. Así como también fomenta los vínculos con la comunidad e impacta en las capacidades del territorio.

 

Construcción cotidiana

Por su parte, la directora de la sede Río Negro de Udelar compartió el análisis del grupo de trabajo con respecto a las dificultades y desafíos que presenta esta lógica de campus, «para seguir trabajando y aprendiendo y poder generar mejores prácticas». Mencionó el desafío de aprender a comprender y conjugar las diferentes lógicas de las distintas instituciones, entre las cuales se encuentran algunas comunidades académicas que mantienen un espíritu corporativo, por eso es necesario cultivar cotidianamente los vínculos interinstitucionales como parte de la gestión, es importante cuidar esas relaciones así como dinamizar los ámbitos de encuentro, es decir generar espacios de gestión no burocráticos y así promover espacios constructivos y de avances. También subrayó la importancia de generar espacios con las comunidades porque la presencia de las instituciones y los actores en los barrios no deben verse como un obstáculo sino apuntar a que la presencia de esos nuevos vecinos le haga bien a la zona y sobre todo, a trabajar en conjunto. También mencionó que en las resoluciones de lo cotidiano y el funcionamiento de cualquier institución se va mucho el tiempo de gestión, que a veces se desgasta. Por eso es importante, como desafío, construir las formas más efectivas de cumplir con ese trabajo y la resolución de conflictos.

En cuanto a las cinco experiencias mencionadas en el interior, Cal apuntó a los elementos comunes de su gestión, subrayó que hay voluntad de coparticipación por parte de las instituciones y que es una «construcción necesaria y colectiva con mucho potencial pero también hay conflictos». Estos se deben a la coexistencia de lógicas institucionales, historias y prioridades institucionales diferentes, señaló, es importante ponerlas en común y gestionar las diferencias para lograr buenos resultados en ese espacio compartido. También mencionó la restricción presupuestal como un problema para la gestión de campus y remarcó que en estas experiencias, a la propia institucionalidad y las normativas propias se les suma esta nueva construcción colectiva, con institucionalidad nueva y compleja.

Con respecto a los elementos específicos, Ingold señaló que el propósito del grupo fue no detenerse en ellos sino enumerar las diferencias claras entre las instituciones como los tamaños, cantidad de docentes, estudiantes y funcionarios, las historias de construcción, los territorios e idiosincrasias locales, los diferentes potenciales de crecimiento así como los modelos de gobernanza y niveles de planificación estratégica.

Por último, Cal mencionó algunas ideas para seguir avanzando como la consolidación de espacios de gobernanza interinstitucionales, es decir buscar la formalización de los modos de relacionamiento, especialmente para que no queden sujetos a cambios institucionales. También es importante sistematizar experiencias para generar aprendizajes para generar reflexiones que posibiliten seguir trabajando, mostrar logros y resultados de las experiencias, y asimismo, acordar lineamientos propios para el desarrollo sostenido y sostenible de esta nueva construcción institucional. 

Los directores de INIA Tacuarembó, Gustavo Brito y de INIA Treinta y Tres, Walter Ayala, también ofrecieron sus puntos de vista sobre la gestión de campus. En primer lugar, Brito recordó que este instituto tiene cinco estaciones experimentales distribuidas en el país: en Colonia, Canelones, Salto, Tacuarembó y Treinta y Tres. Originalmente el único centro se ubicaba en Colonia, por eso el instituto tiene experiencia en descentralización, que se impulsó tratando de abarcar las problemáticas productivas de cada región. En cada estación la investigación, difusión e innovación de tecnologías agropecuarias se fue desarrollando en función de los rubros más importantes de cada región en esa área productiva, explicó.  

Se refirió a los aspectos que favorecieron las experiencias de articulación de INIA; tanto con la Udelar como con otras instituciones. Uno de estos fue el conocimiento mutuo de instituciones y personas: por ejemplo, desde los comienzos de INIA en Tacuarembó, hubo  interacción y trabajo en conjunto con instituciones académicas, recibiendo a estudiantes en  pasantías, también articulando acciones con agencias de desarrollo y la Intendencia Departamental de Tacuarembó, «que fue actor importante para ese accionar». INIA tuvo siempre incorporado un modelo de descentralización, señaló, y las actividades de formación de estudiantes y relación con otras instituciones como el MGAP se realizan en diferentes estaciones experimentales. 

Para dar origen a estas articulaciones, además de las propuestas temáticas similares que llevan al instituto a buscar sinergias junto con socios del momento, el conocimiento y la confianza entre personas de las diferentes instituciones es fundamental, agregó Brito, «es importante encontrar a las personas que lleven adelante estos emprendimientos».

 

Figura de gestor

Sobre la experiencia de la complementación de capacidades entre la Udelar e INIA, Brito indicó que «fue exitosa», aún con los vaivenes que han ocurrido. La conformación de Polos de Desarrollo Universitario (PDU), que hizo posible el contar con docentes con formación de maestría y doctorado en los campus «favoreció mucho al INIA para contar con masa crítica y avanzar en sus proyectos», y tener mayor impacto a nivel de los sistemas productivos de la región. 

En el campus de Tacuarembó, Brito destacó como ejemplo de trabajo conjunto la creación del Centro de Bioservicios Forestales, un proyecto «bandera» que ha permitido fortalecer más el vínculo del instituto con ese sector productivo brindando servicios científico tecnológicos en áreas de protección y genética forestal. También resaltó el trabajo para la instalación de un laboratorio de análisis de diagnóstico de Covid-19 donde se dio una complementación importante entre Udelar e INIA para el desafío de aportar a esa problemática de salud pública, que en sus inicios fue de mucho aprendizaje. Para favorecer estos vínculos es necesario conocer a las instituciones, cada una tiene sus características programáticas que difieren, señaló.

Para Ayala, en cada campus el proceso de desarrollo «está asociado a las capacidades locales». En su opinión la creación de núcleos de investigadores hace la diferencia para el trabajo de todas las instituciones que conviven allí. Comentó que en Treinta y Tres hubo dificultades para la instalación de investigadores de la Udelar porque era el lugar menos atractivo de la región Este para radicarse, y en algún momento hubo que realizar un llamado específico para lograrlo. INIA vio este proceso con mirada crítica y se involucró formulando un proyecto en un área bien amplia como la agroecología, que en definitiva terminó con la radicación de un grupo de investigadores que trabaja en esa área con un camino propio. En un lugar pequeño como el campus de Treinta y Tres, «incorporar cinco o seis docentes es clave», puntualizó. 

En relación a los aspectos donde se requieren mejoras para la gestión de los campus, Brito señaló la necesidad de generar la figura del gestor/administrador predial, de modo que, ante los diferentes modelos de gestión administrativos y programáticos de las instituciones, esa figura se encargue de coordinar la gestión del campus. «Creemos que una figura de este tipo es fundamental para encaminar y orientar los objetivos que tenía el campus inicialmente, porque se van generando diferentes necesidades en cuanto a espacios y usos en común, así como usos para la sociedad. Son puntos a fortalecer de forma que los funcionarios de distintas instituciones empiecen a tener un sentido de propiedad y pertenencia del mismo». Es necesario armonizar y nivelar procedimientos organizativos, indicó.

Al respecto Ayala comentó que el concepto de campus se debe ir construyendo, es un concepto que las personas deben vivir y aplicar a sus equipos, comprendiendo que el espacio que se utiliza tiene características especiales. También señaló que el campus constituye un valor para la sociedad y como tal es deseable lograr un acercamiento más amplio a la comunidad con iniciativas que aporten al sentido de pertenencia en los distintos lugares, ya sea poniendo a disposición áreas verdes como a partir de emprendimientos más importantes de carácter cultural. En el caso de Treinta y Tres se plantea la instalación de un Museo del arroz, indicó. A la vez, las instituciones deben mantener un diálogo fluido con diferentes actores para «lograr que la sociedad local nos entienda más a todos». 

Ayala agregó que en el campus de Treinta y Tres en la vinculación con instituciones públicas aún queda mucho por resolver y regularizar, pero se apuesta a mejorar gestión de laboratorios, servicios, áreas verdes y otras áreas compartidas de modo que favorezca al crecimiento ordenado de todo, con visiones complementarias y conjuntas. 

Para concluir, Brito mencionó algunos desafíos y posibles caminos para consolidar el proceso de construcción interinstitucional. Indicó que sería beneficioso conocer e integrar las experiencias de los diferentes campus del país, con lo que «puede haber mucho proceso de crecimiento evitando tal vez duplicar acciones». En su origen los campus fueron  concebidos para optimizar recursos e integrarse más, conocer cómo  funcionan todos es una forma de evitar que puedan competir y hacer que se complementen, señaló. Al igual que Ayala, propuso acercar e involucrar más a la sociedad y ofrecer propuestas culturales o de otro tipo, además de una oferta educativa, generando estrategias de comunicación de los campus para acercarse más a la comunidad.


Fotografía: Campus de Tacuarembó INIA-Udelar-MGAP
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